Este tema siempre provoca en mí controversia con lo leído.
Me repugna la prostitución obligada, tanto femenina como masculina, que considero un delito.
Me repugna el uso que hacen o pueden hacer personas desde un ámbito de superioridad -real o fingida- ya sean políticos o particulares. La prostitución voluntaria como profesión, debería estar regulada y amparada por la ley. En un ejercicio de libre intercambio de acciones y aunque parezca una astrakanada, de compraventa de un servicio basado en la prestación de ofrecerle y recibirlo. Y en todo caso, garantizando el respeto de las personas, ya sean tomadoras o prestadoras del servicio.
Lo demás, es hipocresía y delito.