Antes, los cuentos comenzaban con un preámbulo que era más o menos ese. En tiempos de maricastaña o sea, cuando los animales hablaban y los hombres mono se subían a los arboles y se comian a los pajaros. Casi nada han avanzado los tiempos, qué digo, los milenios. Eso sí, los hombres ahora llamados homo erectus que no eructos, vulgo regueldo, aunque dan ganas de vomitar, siguen devorando cuanto pillan a su paso, millones de homo erectus incluidos. Malditos sean los sionistas y los nazifascistas.