Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

martes, 20 de noviembre de 2018

Leroy Merlín

Verá usted, con toda seguridad no es la persona más adecuada para recibir este correo, pero es la única persona directa a la que me puedo dirigir. Tampoco puedo expresar o nombrar a personas directas porque entonces dejaría al descubierto a quien intento proteger.
 
Hoy he visto llorar a mi hija porque su jefe directo sin venir a cuento le armó una bronca tremenda; ella, tal y como le ocurre al 100% del asalariado español, no le pudo replicar en vez de agarrarlo de los huevos y dejarlo eunuco tal y como se merece. Nunca le había montado un circo de esa magnitud, repito, sin venir a cuento, a pesar de que muchos empleados directos a sus órdenes ya no le dirigen la palabra por idéntico motivo y circunstancias. Y eso si que no se lo voy a tolerar al guiñapo ese ni a ningún otro.
 
He trabajado en una multinacional inmensamente más poderosa que la suya y JAMÁS, con la razón, le permití a nadie levantarme la voz, y si no la tenía, lo hiciera sin respetarme. En una empresa no solo hay beneficios, también personas que los generan y no puede ni debe consentirse que alguien, ocupe el puesto que sea, degenere los principios de respeto a los trabajadores. Si un trabajador no cumple, se le despide. Si un directivo es un canalla, también. Por su culpa una trabajadora estuvo siete meses de baja.
 
Si vuelvo a ver a mi hija llorar por un motivo como el actual, removeré cielo y tierra para que ese elemento sea procesado por acoso laboral.
 
Como al principio escribo, no puedo dar nombres, porque entre otras cosas quien pagaría las consecuencias sería mi hija. También se que esta denuncia no tiene ningún recorrido. Si diera mi nombre llegarían a mi hija. Pero si quiere darme usted una dirección de correo interno en la cual pueda plantear una denuncia, sin duda lo haré. Para ir a los juzgados, los tengo cerca.
 
Y recomiende a la dirección que hagan algo de seguimiento para que las personas que “dirigen” el negocio, no sean unos patanes maleducados e irresponsables. Aunque por desgracia eso ocurre demasiado a menudo.

Carta remitida a un responsable estatal de una multinacional

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