Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

sábado, 25 de octubre de 2025

DICEN...

Dicen, Cuentan y No Acaban

En la vida cotidiana, a menudo escuchamos historias que parecen no tener fin. Las anécdotas familiares se entrelazan con chismes de amigos, relatos de viajes que llevan a lugares lejanos y experiencias laborales que, aunque comunes, se adornan con detalles que las hacen parecer épicas. Este fenómeno de "dicen, cuentan y no acaban" es característico de nuestra naturaleza humana: buscamos conexiones, risas y lecciones en cada relato.

Las historias que giran y no terminan pueden ser divertidas o frustrantes. Hay quienes son maestros en contar historias interminables; cada detalle que añaden parece crucial, pero el desenlace podría estar aún a kilómetros de distancia. En el fondo, esto refleja una necesidad innata de compartir, de conectar.

A menudo, estas narraciones se asemejan a un viaje en carretera sin un destino claro. Ya sea por la falta de un cierre definitivo o porque simplemente nos gusta dar vueltas alrededor del mismo punto, estas charlas se alargan en un vaivén encantador. Nos invitan a seguir prestando atención, a reírnos en los momentos apropiados y a sentir curiosidad por lo que vendrá.

Es importante reconocer que, aunque algunas historias puedan parecer un laberinto sin salida, tienen su valor. Pueden ser una forma de procesar emociones, reflexionar sobre experiencias pasadas o construir vínculos más profundos con quienes nos rodean. Sin embargo, también es vital aprender a encontrar el equilibrio. A veces, menos es más, y un buen cierre puede ser tan satisfactorio como el relato en sí mismo.

"Dicen, cuentan y no acaban" es un reflejo de nuestra búsqueda de conexión y comprensión a través de la narración. Cada historia tiene su propio ritmo, y a veces, lo importante no es tanto el final, sino el viaje que compartimos con los demás a lo largo del camino.

Como decía mi suegra "aun dicen...." 

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