Tal y como habían planeado, saldrían de viaje al amanecer. Sería la primera vez que emprendían una aventura; porque solo podía denominarse aventura a salir de casa sin premeditación y con alevosía, a la buena de dios, sin más preparación que una mochila mal pertrechada, un viejo mapa corroído por el tiempo y muchas ganas de orearse.