Al
leer el título de la propuesta para este mes, lo inmediato que me ha surgido ha
sido el título del cuadro de Van Gogh. Hay múltiples descensos de este tobogán.
Daniel,
se encontraba a medio camino de la cumbre del Morrón a punto de alcanzar el
acantilado al que llaman “El granero Mototo”. Era un estrecho entre dos paredes
de roca que solo algún intrépido se atrevía a coronar. Él, no había nacido para
héroe. Se había propuesto, a pesar de las enormes dificultades que encontraba
para poder acceder a él, —piedras, guijarros sueltos en una cuesta ya de por sí
peligrosa que había de escalar gateando—, recuperar o intentarlo, un escrito
que hacía cincuenta años depositó o escondió según creyó a buen recaudo, en una
grieta de la roca. Aquella lejana tarde de invierno, un sol magnífico derretía
una nevada que lo cubría todo; salió a darse un paseo y despejar su cabeza,
bastante cargada de emociones y contradicciones por aquel entonces.
Daniel,
recapacita y un simulacro de sonrisa triste aflora a sus labios: ¿cuándo no has
tenido atontada la cabeza, julandrón? ¿Recuerdas cuando enviaste un ramo de
claveles, uno por año y estabas empeñado en que fueran girasoles? Te hubiera
dado lo mismo. Ni las gracias. La flor de cucurbitácea es muy parecida, al
menos en color.
Al
fin tras muchos azares para conseguirlo, logra alcanzar la muralla de rocas y
comienza a investigar los posibles agujeros/lugares en que su pequeña oración
fue depositada físicamente. No la encuentra. ¿Habrá venido por aquí algún
curioso y la halló? No he tenido noticias de ello y estas cosas se suelen
divulgar y comentar.
—Mira
lo que Daniel escribió hace un montón de años.
Aunque
puede que fuera descubierta en los días siguientes rastreando las huellas en la
nieve. Un papel de plata de una cajetilla de Ducados, —en su juventud no solo
fumó tabaco, también jormos de estepa, hojas de pataqueras, hojas de girasol,
los granitos de las escobas…y Chester y celtas cortos— fue el medio que le
sirvió para enviar aquel ruego implorante a quien correspondiera. Una chica se
hallaba gravemente enferma y en su plegaría ofrecía sus preces por su curación.
¿Cómo pudo saber si sus ruegos fueron atendidos? De ninguna manera; la chica
falleció, posiblemente la carta llegó tarde.
Había
que volver. Si comienza a rodar cuesta abajo, lo tienen que recoger del fondo
del barranco con pariguelas. Hay suerte a pesar de algún que otro resbalón
minimizado por la vegetación a la que se agarra. Mientras camina piensa que ya
que está allí, va a acercarse a la peña La Merienda, lugar de correrías
infantiles. Se sienta a descansar un rato.
—¿Qué
haces Profeta? Ven a arrancar estepas para la hoguera.
La
cuadrilla ha afanado una caja de mixtos y dado fuego a un ovillo de estepas que,
como están verdes, solo hacen humo, el cual, unido a una niebla baja que cubre
el Morrón y toda la sierra, les permite perderse en ella. Cuando vuelva a casa
ya sabe la que le espera:
—¿Ande
has estau que hueles como los gitanos? Ven aquí que te voy a sacudir la ropa
hasta que deje de oler.
Esta
promesa le despierta, aunque él husmea y de verdad cree que huele como un
“hongaro”. Eleva su vista a la izquierda y otea la Peña La Cagada, Sigue con su
particular seña de identidad, dejada por cientos de cagadas de ave a lo largo
de los años. No olvida cuando en compañía de su amigo Francho, pretendieron
desprender ese detritus y su madre lo vio; al volver al pueblo le prometió,
otra vez, limpiar su ropa. (Podía haberse roto la crisma).
Comienza
a recordar como una vez en lo alto de la Peña la Sanjuanada, cumbre del Morrón,
intentó un solitario. La baraja debía estar trucada o las existencias agotadas pues
a pesar de los esfuerzos; fracasó en el intento. Su musa, no acudió.
Extiende
la vista y en El Llano, han sembrado una finca de girasoles. ¡Hay que joderse!
Si solo cría piedras. Pero lo importante es la subvención, “La Paz”, en el
argot de los labriegos. Se les puede aplicar aquella plegaría que en misa dice
el celebrante: “La Paz sea con vosotros”, “y nosotros encantados”, parecen replicar.
Hay que decir que los agricultores actuales, no tienen nada que ver con sus
ancestros. Van en máquinas con aire acondicionado y cada uno revuelve Roma con
Santiago con las vertederas de ocho o diez tejas. Por cierto a las pipas de
girasol, las maduran los pájaros aunque la flor esté abocada al suelo.
Cual
Cristo resucitado, repasa su particular calvario y piensa que, como la Virgen,
debe guardar esas cosas en su corazón; aunque a veces sus ojos, esos traidores,
lo delaten. Las lágrimas, no han servido nunca de nada.
«Si
buscas novia en Teruel,
búscatela
forastera;
mira
que matan de amor
las
mujeres de esta tierra».
Cuando
era un crío adolescente, vendían cajas de cerillas con dibujos. En una, un toro
asaeteado de banderillas y el estoque clavado decía: “Siento dejar este mundo,
sin probar pipas Facundo”. En los papeles de Panamá se descubrió que, estos patriotas
de mierda, habían evadido a un paraíso fiscal del Caribe más de 400 MM de €. El Fisco, dominado por el cabrón de Montoro, les recompensó con una amnistía fiscal.
Nadie
es profeta en su tierra. Y si cuela, cuela.

5 comentarios:
Hola. Agradecida por la bienvenida.
Pues me alegro de que no hayas elegido la temática tan recurrente en torno al cuadro de los girasoles de Van Gohh... por lo que he leído vas bien servido de imaginación y de recursos.
Me ha gustado que “los girasoles” no se hayan comido el relato, es casi anecdótica su presencia, y sin embargo, nos los has presentado de manera original, entre cerros, acantilados y cumbres. Tampoco importa si los lugares geográficos existen realmente o no, ni he mirado en el poderoso google, los has hecho verosímiles, tanto como a Daniel, su manera de "navegar" desde el tiempo presenta al pasado entre piedras y guijarros. Los personajes que asoman en la justa medida (dada la poca longitud del relato), y los diálogos coloquiales¡tan naturales! los has bordado compañero.
Un placer conocer tu manera y modo de escribir Amilcar.
Gracias por tu comentario Tara. La verdad es que mi imaginación no es tan prolífica como la tuya y debo ceñirme a mis historias e histerias casi siempre. Pero bueno, no se conforma quien no quiere. Y sí, las historias que cuenta Daniel, fueron reales aunque ahora se vuelvan volutas de humo elevándose en el cielo de los atardeceres de mi infancia.
Gracias por tu visita y comentario
Voy a destripar el relato pero no importa. Nada, NADA de él está fuera de lugar. Comprendo que al lector/ra le descoloquen los aparentes cambios de tramoya, pero todos ellos, se desarrollan en el mismo escenario. Pero no puedo desnudar a los actores aunque a veces, sea demasiado explícito en mis entradas. Muertos, todos tenemos alguno en el armario.
Gracias por vuestra visita
Hola de nuevo, Amilcar.
He pasado por Literautas y he visto que me habías dejado un regalito sobre ababoles, que, por cierto, no he podido leer, porque había volado.
Voy a darte mi opinión aquí, en la intimidad de tu blog, porque así sé que lo leerás, aunque luego lo mandes a la papelera.
Si no fue un error y han borrado tu comentario será porque desean comentarios que se ciñan al escrito presentado. Aprovechemos lo bueno que nos ofrecen compartiendo, humildemente, nuestros relatos y busquemos otro medio, cuando nos interese, para comunicarnos.
Me ha hecho mucha ilusión saber que eras de Aragón, aunque no supieras el significado de "glero", jeje y no me gustaría que te molestases por una cosa así. Ha de ser difícil moderar un blog como Literautas, al que accede tanta gente, cada uno de su padre y de su madre ¡por suerte!
¿Sabes que la primera vez que leí Amilcar Barça pensé que eras catalán? Ahora le he dado otro sentido al nombre.
Intuyo que ya has pasado la pubertad, pues he visto una foto de tu nieta. Aprovecho para decirte que no puedo ver bien la barra de la derecha, encabezada por la foto de tu padre.
No seas a-a-o- y sigue publicando, porque he "venido de propio" a este "Sendero de barro" para decírtelo.
Un abrazo
He visitado tu blog para ver si era allí donde había dejado el enlace de las amapolas. Ahora ya estoy seguro que lo han eliminado. salu2
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