Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

martes, 22 de abril de 2025

FASCINANTE

 

**Capítulo 1: La llegada al castillo** Era una tarde gris cuando Sofía y su hermano Lucas decidieron explorar el viejo castillo que se alzaba en la colina, como un guardián solitario de secretos olvidados. 

Los rumores sobre aquel lugar eran tan antiguos como las piedras que lo conformaban. Se decía que estaba embrujado, que las sombras danzaban en las paredes y que las risas de los fantasmas resonaban en sus pasillos. Pero para Sofía y Lucas, la curiosidad era más fuerte que el miedo. Con mochilas al hombro y una linterna en mano, los dos hermanos cruzaron la puerta de hierro forjado que chirrió como si estuviera despertando de un largo sueño. El aire dentro del castillo era fresco y cargado de un olor a polvo y madera envejecida. Las paredes estaban cubiertas de tapices desgastados que narraban historias de héroes y batallas, pero ninguna de ellas les hablaba de lo que estaban a punto de descubrir. “¿Te imaginas que podamos encontrar un tesoro escondido?” dijo Lucas, con los ojos brillando de emoción. Sofía sonrió, sabiendo que su hermano siempre había sido el soñador de la familia. Recorrieron el vestíbulo, donde un enorme candelabro colgaba del techo, iluminando apenas los rincones oscuros. De repente, un sonido sutil, como un susurro, los hizo detenerse. “¿Escuchaste eso?” preguntó Sofía, su voz apenas un murmullo. Lucas asintió, su mirada fija en una puerta entreabierta al final del pasillo. “Vamos a ver”, sugirió él, y juntos se acercaron con pasos cautelosos. La puerta crujió al abrirse, revelando una biblioteca polvorienta, llena de libros antiguos y pergaminos. Sofía sintió una extraña conexión con aquel lugar, como si cada libro contara una historia que había estado esperando ser descubierta. Mientras exploraban, Lucas encontró un diario desgastado. “¡Mira esto!” exclamó, sosteniendo el libro con cuidado. Las páginas estaban amarillentas y las letras comenzaban a desvanecerse, pero las palabras parecían cobrar vida cuando Lucas comenzó a leer en voz alta. “En el año de la tormenta eterna, el castillo fue protegido por un antiguo hechizo. Aquellos que busquen la verdad en su interior encontrarán no solo tesoros, sino también sus propios miedos.” “¿Qué significa eso?” preguntó Sofía, intrigada. Lucas encogió los hombros, pero sus ojos brillaban con la promesa de la aventura. Justo en ese momento, una ráfaga de viento cruzó la habitación, haciendo que las páginas del diario volaran. Sofía lo sujetó, riendo nerviosamente. “¿Crees que los fantasmas están tratando de comunicarse con nosotros?” Lucas hizo una mueca. “O tal vez solo necesitan que limpiemos un poco”, bromeó, pero Sofía podía ver que estaba tan emocionado como ella. Decidieron seguir explorando, adentrándose más en el castillo. Cada habitación tenía su propia personalidad: una sala de banquetes con una mesa interminable, llena de platos de cerámica rotos, y una torre donde una antigua armadura parecía vigilar a los intrusos. Pero lo que más les intrigó fue un pasillo que parecía no tener fin, iluminado por una luz tenue que surgía de una puerta dorada al final. “¿Te imaginas lo que hay ahí?” murmuró Sofía, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda. “Solo hay una forma de descubrirlo”, respondió Lucas, decidido. Se acercaron a la puerta, que se abrió con un suave empujón, revelando una sala resplandeciente. En el centro, un pedestal sostenía un pequeño cofre de madera, adornado con gemas brillantes. “¡Un tesoro!”, gritaron ambos al unísono, corriendo hacia el cofre. Con manos temblorosas, lo abrieron, y dentro encontraron un mapa antiguo y una piedra brillante que parecía latir con vida propia. “Esto debe ser la clave para descubrir la verdad del castillo”, dijo Sofía, admirando la piedra que emitía un suave resplandor azul. Pero antes de que pudieran examinarlo más de cerca, un eco profundo resonó en la sala. “¿Quién se atreve a perturbar mi descanso?” Una sombra se alzó en el aire, tomando forma humana. Sofía y Lucas se miraron, el corazón latiéndoles con fuerza. Habían llegado a un lugar donde la realidad y la fantasía se entrelazaban, y su aventura apenas comenzaba. “¿Estamos listos para descubrir lo que realmente se esconde en las entrañas de este castillo?” preguntó Lucas, su voz temblorosa pero llena de valentía. Sofía asintió, sintiendo que, sin importar lo que sucediera, juntos podían enfrentar cualquier desafío. Así, con el mapa en mano y la piedra brillando a su lado, los hermanos se prepararon para adentrarse en lo desconocido, donde la magia y el misterio los esperaban.

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